Growing To Give: Desiertos Alimentarios en Arizona
En Phoenix y en otras ciudades del Valle, miles de familias viven en zonas donde conseguir comida fresca y nutritiva
es una carrera de obstáculos. A estas áreas se les conoce como “desiertos alimentarios”: barrios
con ingresos limitados y poca disponibilidad de supermercados cercanos, donde la opción más accesible
termina siendo comida ultraprocesada, gasolineras o restaurantes de comida rápida.
Desde fuera, comprar “lo básico” parece algo sencillo: tomar una lista, pasar por la tienda y volver a casa.
Para muchas personas del sur de Phoenix, la realidad es otra. El primer reto suele ser el dinero: cuando cada
dólar cuenta, la elección no se hace entre “saludable” y “no saludable”, sino entre “lo que alcanza” y “lo que no”.
Luego viene el transporte. No todo el mundo tiene coche, y depender del autobús o del tren ligero significa planear
el día en torno a un recorrido largo, con transbordos, tiempos de espera y limitaciones físicas.
En verano, el desafío se multiplica. Caminar más de un kilómetro bajo temperaturas de tres dígitos para llegar a una
parada, cargar bolsas pesadas, y volver a casa con lo comprado, no es una simple incomodidad: puede ser un riesgo real,
especialmente para personas mayores, familias con niños pequeños, quienes viven con
discapacidad o enfermedades crónicas y quienes trabajan turnos extensos. Incluso cuando se logra llegar a un supermercado,
el propio viaje condiciona lo que se puede comprar: si adquieres “demasiado”, quizás no puedas cargarlo de vuelta.
A este panorama se suma otra verdad: en los vecindarios con menos inversión, los comercios cercanos suelen ser
tiendas de conveniencia. Allí, lo “fresco” con frecuencia es una fruta cansada junto a la caja registradora o una
ensalada empaquetada que lleva días refrigerada. Y, paradójicamente, se termina pagando más por
productos de menor calidad. Así, el desierto alimentario no es solo “falta de tiendas”; es una mezcla
de distancia, precio, tiempo, calor, seguridad y oportunidades.
Arizona ha enfrentado este reto por años, y el problema es particularmente visible en el condado de Maricopa, donde
conviven zonas de altísima riqueza con comunidades que apenas acceden a alimentos saludables. Se estima que existen
decenas de áreas con baja disponibilidad de supermercados cercanos. Esa brecha alimentaria impacta a todos, pero golpea
con más fuerza a la niñez: cuando los niños comen principalmente carbohidratos baratos y alimentos ultraprocesados,
su desarrollo se ve afectado. No es solo hambre; es malnutrición, con consecuencias en energía,
aprendizaje, salud emocional y rendimiento escolar.
Maricopa: riqueza en la superficie, brecha alimentaria en el mapa
El contraste de Maricopa es difícil de ignorar. En un mismo condado se puede pasar de barrios con supermercados orgánicos,
mercados agrícolas y opciones de entrega a domicilio, a vecindarios donde la única comida cercana está en una estación de
gasolina. Las causas principales suelen repetirse:
• Transporte: sin vehículo, el tiempo de compra se vuelve un “proyecto” y no una tarea.
• Precio: lo fresco es más caro que lo empaquetado y lo rápido.
• Cercanía: hay zonas con pocas tiendas de abarrotes y exceso de comida rápida.
• Clima: el calor extremo convierte distancias cortas en recorridos peligrosos.
Cuando una familia tiene un presupuesto apretado, la decisión suele ser dura: ¿comprar una bolsa económica de pasta
instantánea o armar una ensalada con proteínas, vegetales variados y aderezos? El problema no es falta de voluntad; es
que el sistema empuja a escoger calorías baratas en lugar de nutrición de calidad. En muchos hogares, esa decisión se
repite semana tras semana.
Growing To Give: Nuestra misión en Arizona
Nuestra misión es eliminar los desiertos alimentarios en Maricopa mediante alianzas locales y una nueva forma de
agricultura urbana. En lugar de esperar a que cambie todo el sistema de distribución alimentaria, proponemos construir
micro-cadenas de suministro por comunidad: producir alimentos frescos cerca de donde vive la gente,
usando tecnologías diseñadas para climas difíciles y espacios pequeños.
El corazón de esta estrategia son dos sistemas sencillos y potentes: Crop Circle Gardens y
Tomato Volcanoes. Estos métodos se adaptan a patios pequeños, lotes vacíos, espacios comunitarios,
escuelas, centros de fe y áreas públicas donde hoy solo hay tierra dura o concreto. La idea es “colonizar” espacios
urbanos subutilizados y convertirlos en puntos de producción de alimentos. Una comunidad a la vez.
No hablamos de jardines “bonitos” para tomar fotos. Hablamos de producción real: verduras, hierbas y frutas que
llegan a la mesa de familias que hoy dependen de alimentos de baja calidad. Cuando creas puntos de cultivo en la
ciudad, reduces el costo oculto del transporte, los tiempos de traslado y la dependencia de cadenas frágiles que
fallan cuando sube el precio de combustible, se rompe una ruta logística o se disparan los costos de fertilizantes.
Los retos de cultivar alimentos en el desierto
En Arizona, cultivar verduras puede ser más difícil que en casi cualquier otro lugar.
El calor extremo, el sol directo y la baja humedad aceleran la evaporación, debilitan plantas jóvenes y
pueden “cocinar” frutos sensibles. Además, la fauna urbana —aves, conejos, insectos y roedores— aprende rápido
dónde hay comida. Y en ciertas zonas, el vandalismo o el robo de cosecha se convierte en un problema real,
especialmente cuando el huerto está expuesto.
Un huerto típico, sin protección, raramente sobrevive el verano sin sombra. Eso implica costos extra: mallas,
estructuras, soportes. Luego están las aves: algunos pájaros del desierto pueden dejar un tomate o un pimiento
en “hueso” en cuestión de horas. Los insectos también pueden arruinar una cosecha si no hay un manejo preventivo:
mosca blanca, trips, orugas y otros visitantes oportunistas.
Y cuando el clima parece “estable”, llega el monzón. Arizona es famoso por tormentas repentinas y por el
haboob, una pared de polvo con viento
fuerte que puede maltratar plantas, romper tutores y llenar todo de arena fina. Los conejos, por su parte, harán
su trabajo en silencio: si encuentran la entrada, en pocas noches pueden destruir un huerto completo. Y en zonas
menos urbanizadas, los roedores excavadores crean túneles como autopistas subterráneas, saliendo de noche para
alimentarse sin ser vistos.
Garden Pods: un hogar protegido para un Tomato Volcano
Para enfrentar muchos de estos retos a la vez, Growing To Give propone una solución de infraestructura ligera:
Garden Pods. Son recintos diseñados para proteger las plantas del sol agresivo, del viento, de los
animales, de insectos y también de daños por vandalismo o robo. La idea es simple: si el entorno es hostil, creamos
un microclima controlado donde las plantas puedan prosperar.
En su configuración ideal, dos Garden Pods pueden conectarse mediante un pasillo cerrado, lo que permite entrar,
revisar y cosechar con seguridad. Cada pod tiene una abertura superior que deja entrar luz filtrada al interior.
En lugar de exponer la planta a radiación directa, se suaviza la intensidad para mantener productividad sin estrés
térmico. Además, las paredes internas son altamente reflectantes, ayudando a distribuir la luz alrededor de las
plantas. En el centro, un sistema tipo Tomato Volcano permite que varias plantas frutales crezcan
verticalmente, con soporte y acceso eficiente al agua y nutrientes.
Cosechar verduras durante todo el año
Una de las grandes ventajas del desierto, si se maneja bien, es que el invierno es suave y la temporada de cultivo
puede extenderse muchísimo. El reto es el verano, cuando el termómetro puede acercarse a 120°F. En un ambiente de
luz filtrada y con manejo de agua inteligente, es posible mantener producción casi todo el año.
Los tomates, por ejemplo, pueden ser sorprendentemente resilientes: con soporte, poda estratégica y raíces sanas,
una planta puede producir de forma abundante durante meses.
Para sostener esa productividad, el manejo importa. Al final de un ciclo anual, se puede hacer una poda fuerte:
reducir a un tallo principal, conservar un par de ramas estructurales y dejar pocas hojas funcionales. Aunque suene
radical, esa poda “reinicia” la planta. Con un sistema radicular ya establecido, el rebrote suele ser más rápido
y la planta puede rendir incluso mejor en el segundo año. En el tercer año, normalmente conviene replantar para
mantener vigor y sanidad.
De desierto alimentario a barrio productivo
El objetivo final no es solo instalar tecnología: es construir una cultura de producción local. Cuando una comunidad
aprende a cultivar —y tiene herramientas que lo hacen viable en el desierto— ocurre algo poderoso: se recupera
dignidad, se reduce la ansiedad alimentaria y se fortalece el tejido social. Un jardín productivo se convierte en un
punto de encuentro, en un aula viva y en un lugar de cooperación.
Por eso, nuestro enfoque es comunidad por comunidad. Identificar espacios, instalar sistemas,
enseñar el mantenimiento, y acompañar hasta que el proyecto sea autosuficiente. A partir de ahí, se multiplican los
nodos: escuelas que donan parte de su cosecha, vecinos que comparten semillas, centros comunitarios que organizan
talleres, y pequeñas redes que redistribuyen excedentes a familias que más lo necesitan.
Un futuro con comida fresca al alcance de todos
Arizona puede ser un lugar extremo, pero también es un lugar de soluciones. Si podemos cultivar alimentos en el
desierto con sistemas inteligentes, podemos demostrarle al mundo que la seguridad alimentaria urbana es posible.
No con promesas lejanas, sino con infraestructura simple, educación práctica y voluntad comunitaria.
En Growing To Give creemos que el acceso a alimentos frescos no debería depender del código postal. Cuando transformamos
un lote vacío en una fuente de verduras, no solo cambiamos un paisaje: cambiamos una historia. Y cuando una familia que
antes vivía de comida barata y procesada puede cosechar tomates, hojas verdes y hierbas a pocas calles de casa, ese
cambio se siente en el cuerpo, en la mente y en el futuro.
Los desiertos alimentarios no son inevitables. Son el resultado de decisiones, inversiones y prioridades. Y por lo
mismo, también pueden revertirse. Con jardines de alta eficiencia, con Garden Pods cuando se requiere protección, y con
redes de apoyo local, Maricopa puede pasar de ser un mapa de escasez a un mapa de abundancia.
Cómo puedes apoyar esta misión
Puedes involucrarte de muchas maneras: ayudando a identificar espacios aptos, conectándonos con organizaciones locales,
participando como voluntario, patrocinando instalaciones o compartiendo el mensaje. Cada nuevo huerto instalado es un
paso hacia una ciudad donde la comida fresca no sea un lujo, sino una realidad cotidiana.
Porque al final, esto es lo que buscamos: que un niño no tenga que crecer pensando que “comer bien” es algo que solo
ocurre en otras partes de la ciudad. Que una madre no tenga que elegir entre pagar el bus y comprar frutas. Que un
adulto mayor no tenga que caminar bajo el sol para conseguir una comida digna. Y que Phoenix —en medio del desierto—
pueda florecer con alimentos, sombra y esperanza.