Growing To Give Luisiana, Baton Rouge
Semanas antes de Navidad, en pleno auge de la pandemia, una familia de siete personas vivió una de las experiencias más duras que puede atravesar cualquier hogar: ser desalojados. A pesar de que existía una moratoria gubernamental relacionada con los pagos de renta, la realidad no esperó. De madrugada, llegaron los vehículos del sheriff y el mensaje fue tajante: tenían apenas quince minutos para tomar lo esencial y abandonar la casa. Ocurrió en un rincón de la América de pueblos pequeños, en una comunidad a las afueras de Baton Rouge, Luisiana.
En quince minutos no se empaca una vida; se rescata lo imprescindible. Documentos, algo de ropa, medicinas, cargadores, una manta. Mientras los adultos intentaban mantener la calma, los niños percibían el miedo sin necesidad de palabras. Perder una casa no solo significa perder paredes y techo: significa perder rutina, seguridad, privacidad y la capacidad de planificar el día siguiente.
En medio de esa incertidumbre, aparecieron personas con corazón. Buenos samaritanos intervinieron y pagaron una habitación de hotel para la familia. Una sola habitación para todos: madre y padre, tres hijos y dos nietos pequeños. Esa habitación fue refugio temporal, pero también un recordatorio de lo frágil que puede ser la estabilidad cuando faltan recursos y redes de apoyo.
La matriarca de la familia —conocida por su determinación y por nunca rendirse— reunió valor y salió a buscar un nuevo hogar. Necesitaba un lugar donde pudiera mudarse con todos antes de Navidad. Los días pasaban y las opciones se cerraban: todo era demasiado caro o simplemente no había disponibilidad. Solo contaba con 500 dólares, y ese dinero debía usarse al día siguiente para pagar otra semana en el hotel. La presión era enorme: sin casa no había descanso, y sin descanso era más difícil trabajar, ahorrar y sostener a la familia.
Tres días antes de Navidad, camino al trabajo, vio una escena que le llamó la atención: un hombre retiraba un letrero de “Se renta” del borde de la carretera. Algo dentro de ella se activó. Dio la vuelta, lo siguió hasta su propiedad y se bajó del auto. Se presentó con firmeza: Donna Butler. Se quedaron mirándose unos instantes. Donna sintió que ese lugar podía ser su oportunidad: el sitio donde su familia podría empezar de nuevo.
Preguntó el precio del alquiler: 1,300 dólares. Ella tenía 500. Y esos 500 tenían otro destino: el hotel. En ese instante, lo más fácil habría sido irse y aceptar la derrota. Pero una pequeña voz interior le insistió: “Dile la verdad”. Y eso hizo. Le contó al propietario lo que había ocurrido, sin adornos: el desalojo, la familia completa, el hotel, la urgencia, el dinero limitado.
El hombre la escuchó y preguntó algo decisivo: “¿Cuándo podrías pagar el primer mes completo?” De nuevo, esa voz interior: “Dile el 28”. El 28 era tres días después de Navidad. Donna dijo esa fecha sin tener una certeza de cómo lo lograría. Era una verdad difícil: un compromiso enorme sostenido por fe, trabajo y la voluntad de no fallar.
Entonces ocurrió lo inesperado. El propietario dijo que sí y le entregó las llaves. La familia se mudó a su nuevo hogar —en cinco acres de tierra— en la víspera de Navidad. Fue un giro que parecía imposible apenas unos días antes. No era el final del camino, pero sí un respiro; un punto desde donde volver a construir.
Celebraron la Navidad como pudieron, con gratitud y cansancio mezclados. Y cuando el calendario avanzó, Donna y su hija Arielle se dedicaron a conseguir cualquier trabajo extra que apareciera. Limpiezas, encargos, horas adicionales, tareas ocasionales: lo que fuera necesario para reunir el dinero y cumplir la promesa.
El 28 llegó. El propietario apareció. Donna contó el dinero: trece billetes de 100 dólares. La expresión de sorpresa en el rostro del hombre borró de golpe parte del miedo que ella había cargado durante semanas. En ese momento, Donna supo que había ganado algo más que un mes de alquiler: había recuperado dignidad, seguridad y una base para seguir luchando.
Un viaje familiar que se repite en miles de hogares
La travesía de esta familia se parece a la de miles de familias en Luisiana. Y, en realidad, a la de muchas comunidades en Estados Unidos. Historias como esta —de trabajo duro, de crisis inesperadas y de decisiones imposibles— son más comunes de lo que la mayoría imagina. Cuando el sistema falla o cuando la economía aprieta, los hogares de bajos ingresos suelen quedar a merced de eventos que no controlan.
Y cuando una familia lucha por mantenerse en pie, aparece una necesidad que lo domina todo: la comida. No basta con “sobrevivir”; sobrevivir con dignidad implica acceso a alimentos frescos, nutritivos, regulares. Pero la realidad es que muchas familias terminan dependiendo de opciones baratas y ultraprocesadas, o de ayuda intermitente que no siempre alcanza. Por eso, cuando Donna dice que “la comunidad tiene hambre”, no está exagerando: describe una urgencia diaria.
Aquí es donde Growing To Give entra con un enfoque práctico: no solo entregar apoyo inmediato, sino proporcionar herramientas y tecnología para que las familias puedan producir parte de su propio alimento y, con el tiempo, alimentar también a su comunidad. La idea es sencilla pero poderosa: convertir la tierra disponible en una fuente constante de nutrición y resiliencia.
Elle: educación, agricultura y un futuro con propósito
En medio de esta etapa de cambios, la hija menor, Elle, se preparaba para entrar a la universidad. Eligió estudiar agricultura y consiguió una beca para Southern University. Ese logro no solo representa un avance personal; representa esperanza para toda la familia. Significa que el conocimiento puede abrir puertas, y que una joven puede transformar una experiencia dura en una vocación de vida.
En la primavera de 2022, durante sus exámenes de medio término, el equipo de Crop Circle Farms y Growing To Give vio una oportunidad: darle a Elle una ventaja real en su carrera. ¿Cómo? Ayudándola a establecer una granja urbana en los cinco acres donde vive la familia. No como un sueño lejano, sino como un proyecto práctico, guiado, documentado y orientado a resultados.
La visión es acompañar a Elle paso a paso mientras diseña y construye un sistema de producción a pequeña escala capaz de alimentar a la comunidad. La experiencia se compartirá en redes sociales como un diario vivo: aprendizajes, retos, cosechas, soluciones. Un ejemplo real para otras jóvenes interesadas en agricultura y para familias que necesitan nuevas rutas para salir adelante.
Para que esto sea posible, Elle necesita una red: el respaldo del non-profit, el conocimiento del equipo técnico y el apoyo de voluntarios y benefactores. En la comunidad ya existen aliados dispuestos a sumar, como emprendedoras locales y grupos sociales comprometidos, entre ellos Patricia Jenkins de EveryBody’s Solution, miembros de Black Girls Grow y la organización Arielle’s Choice. Cuando una comunidad se organiza, el cambio deja de ser una idea y se convierte en un plan.
Growing To Give en Baton Rouge
Growing To Give apoya a familias en situación vulnerable en Baton Rouge con alimentos frescos y nutritivos cultivados localmente. Este proyecto también funciona como sitio demostrativo para otros agricultores, especialmente para mujeres en agricultura en todo el estado que desean mejorar su calidad de vida, fortalecer su independencia y construir un futuro más estable para sus familias.
Crop Circle Farms and Gardens
El plan de cultivo incluye instalar una gran espiral —un Crop Circle Farm— en una sección abierta de aproximadamente media acre. El área recibe sol parcial y también cuenta con protección natural de árboles de hoja ancha. Sin embargo, la ubicación presenta un reto importante: es propensa a inundaciones bajas por lluvias periódicas, lo que hace que la agricultura “a ras de suelo” o por debajo del nivel del terreno no sea ideal.
Por esa razón, se construirá una estructura elevada para mantener plantas y raíces aproximadamente 24 pulgadas por encima del nivel del terreno. Se fabricará una caja temporal de madera para contener el sustrato, el sistema radicular y los fertilizantes. Elevar la zona de cultivo reduce el riesgo de asfixia radicular y daños por exceso de agua, creando un ambiente más controlado incluso cuando el clima se vuelve impredecible.
Sobre el lecho se colocará una cubierta permeable y se fijará firmemente para evitar que el viento la levante. Esta cubierta ayuda a controlar malezas y a mantener la estructura del cultivo. Entre aberturas alternadas, se pasará una línea de riego que alimenta las plantas. En Luisiana, el riego puede utilizarse de manera intermitente, ya que la precipitación suele ser más constante que en regiones desérticas, pero contar con infraestructura de riego da estabilidad al sistema y permite responder a periodos secos.
El cultivo principal elegido es el collard (berza o col rizada de hoja grande), y la variedad preferida es Georgia Southern Collards. Esta variedad produce hojas grandes, de color verde azulado, con un rendimiento elevado. Además, es lenta para “espigarse” (slow to bolt), no forma cabeza (non-heading) y tolera bien el calor, la humedad y suelos imperfectos; cualidades ideales para las condiciones de Luisiana y para un proyecto que busca cosechas confiables.
A medida que la granja se expanda, se instalarán Crop Circle Gardens en otra sección abierta del terreno (aproximadamente 30 pies) para cultivar plantas de enredadera como tomates y sandías. Al igual que la espiral principal, estos jardines también se elevarán para mantener raíces por encima del nivel freático alto y de posibles inundaciones.
Para cada jardín, se construirá un montículo de aproximadamente 6 pies de diámetro y 30 pulgadas de altura, hecho con tierra mezclada con fertilizante. La parte superior se aplana para insertar el ensamblaje del Crop Circle Garden. Este diseño permite un área radicular más segura, mejor drenaje y un manejo más eficiente del cultivo.
Luego, se extenderá una cubierta permeable sobre el montículo y el suelo circundante para reducir malezas. Opcionalmente, los jardines podrán conectarse a un sistema de riego sencillo tipo “manguera de jardín”, lo cual facilita el mantenimiento diario y reduce complejidad de instalación.
En resumen, este proyecto en Baton Rouge no se trata solo de agricultura: se trata de resiliencia. Se trata de que una familia que vivió un desalojo y una incertidumbre extrema encuentre estabilidad a través de la tierra, el trabajo y el apoyo comunitario. Y se trata de demostrar que, con herramientas adecuadas y acompañamiento, la comida fresca puede volver a ser local, accesible y compartida.
Crop Circle Farms and Gardens
Un gran espiral —un Crop Circle Farm— se colocará en una sección abierta de media acre de la propiedad, parcialmente expuesta al sol y protegida por árboles de hoja ancha. El lugar es propenso a inundaciones leves por lluvias periódicas, por lo que no es adecuado para agricultura por debajo del nivel del terreno. Por eso, se fabricará una estructura elevada para levantar las plantas 24 pulgadas por encima del nivel circundante. Se construirá una caja temporal de madera para contener suelo, raíces y fertilizantes.
Se extenderá una cubierta permeable sobre el suelo y se fijará para evitar que el viento la retire. Una línea de riego se enhebrará entre aberturas alternadas para alimentar plantas espaciadas a lo largo del recorrido. El riego puede usarse de forma intermitente, aprovechando la precipitación relativamente predecible de Luisiana.
La berza (collards) será el cultivo principal, con preferencia por la variedad Georgia Southern Collards, que produce un alto rendimiento de hojas verde azulado, es lenta para espigarse y tolera calor, humedad y suelos pobres, lo que la hace ideal para Luisiana.
Conforme crezca la granja, se instalarán Crop Circle Gardens en una sección abierta de 30 pies para cultivos de enredadera como tomates y sandías. Estos jardines también se elevarán para mantener raíces por encima del nivel freático alto y de inundaciones periódicas. Se formarán montículos de aproximadamente 6 pies de diámetro y 30 pulgadas de altura, hechos con suelo mezclado con fertilizante; la parte superior se aplanará para insertar el sistema del jardín.
Se colocará una cubierta permeable sobre el montículo y el suelo circundante para evitar malezas. Opcionalmente, los jardines pueden conectarse a un sistema de riego con manguera para facilitar el riego.