H.E.A.L.E.D. Angels y Growing To Give en Martha’s Vineyard: bienestar, soberanía alimentaria y agricultura local
Martha’s Vineyard, la isla frente a la costa de Massachusetts, suele asociarse con verano, turismo,
casas vacacionales y un estilo de vida exclusivo. Pero para quienes viven aquí todo el año, la realidad incluye
un desafío silencioso y persistente: acceder a alimentos frescos y asequibles en un entorno donde el
transporte, la estacionalidad y el alto costo de vida encarecen cada compra.
Durante los últimos años, especialmente tras la pandemia, se hizo más visible una presión que ya existía:
familias trabajando gran parte del año para cubrir un calendario completo, adultos mayores en ingresos fijos
enfrentando incrementos constantes, y hogares destinando un porcentaje muy alto de su presupuesto a la vivienda.
En una isla, el costo de “traer” alimentos se convierte en parte del precio final. Para muchas personas,
la distancia se siente en la caja registradora: cada camión, cada ferry y cada interrupción de la cadena
de suministro se traduce en menos opciones y más gasto.
En este contexto nace una idea práctica y esperanzadora: fortalecer una red de producción local que complemente
lo importado, reduzca vulnerabilidades y mantenga alimentos de calidad circulando dentro de la comunidad. Por eso,
Growing To Give y H.E.A.L.E.D. Angels se unen para impulsar un proyecto que combina
agricultura eficiente, educación comunitaria y un enfoque de bienestar integral.
Inseguridad alimentaria en una isla “rica”: un problema real que no siempre se ve
Aunque Martha’s Vineyard recibe visitantes de alto poder adquisitivo, la economía local depende en gran medida del
turismo estacional. Eso provoca un fenómeno común en islas y destinos vacacionales: ingresos concentrados en pocos
meses y gastos que no se detienen el resto del año. Quienes trabajan en servicios, comercio, hotelería, limpieza,
transporte o mantenimiento, muchas veces deben “estirar” la temporada alta para sostener doce meses de vida cotidiana.
Las organizaciones comunitarias y despensas de alimentos han reportado incrementos importantes en la demanda de ayuda.
Al mismo tiempo, el encarecimiento del transporte y la inflación elevan el costo de productos básicos, especialmente
frutas y verduras. La inseguridad alimentaria no siempre es falta total de comida: también es comer peor por
falta de opciones, reducir porciones, priorizar calor o renta antes que alimentos nutritivos, o depender de
ultraprocesados porque son más baratos y más estables.
Resolverlo exige algo más que donaciones puntuales. Se necesita infraestructura local:
producción cercana, distribución eficiente, formación, empleo y un modelo económico que funcione incluso cuando el
turismo baja. Ese es el corazón de esta colaboración.
Growing To Give + H.E.A.L.E.D. Angels: una alianza para producir más con menos recursos
Growing To Give trabaja con tecnologías agrícolas diseñadas para aumentar la producción en espacios
pequeños, optimizar el uso del agua y reducir desperdicios de fertilización. En una isla, donde el suelo disponible
puede ser limitado y donde el agua dulce y los insumos deben cuidarse, estas ventajas son decisivas.
Junto a H.E.A.L.E.D. Angels, organización con base en Martha’s Vineyard, el objetivo es desarrollar
una granja comunitaria orientada a la seguridad alimentaria y al bienestar: una parte de la cosecha se destina a
donación directa y otra parte se integra a un circuito local sostenible (retiros, tiendas, restaurantes, mercados y
productos de valor agregado), generando ingresos para sostener la operación y crear empleo durante todo el año.
Una misión concreta
Reducir la dependencia de alimentos importados aumentando la oferta local de frutas, verduras,
hierbas y productos de temporada. Esto significa:
• Producir más alimento por metro cuadrado con sistemas eficientes.
• Donar una fracción de la cosecha a la despensa local y programas comunitarios.
• Vender una fracción para sostener el proyecto, pagar empleo local y reinvertir.
• Formar a residentes, voluntarios y estudiantes en cultivo práctico y resiliencia.
Una visión a varios años
Visualizamos una Martha’s Vineyard donde la producción local sea parte de la identidad de la isla: con una
industria alimentaria comunitaria que incluya mercados semanales, alianzas con restaurantes,
abastecimiento de retiros de bienestar, y una línea de productos elaborados que aporte valor económico en temporada alta.
La visión también es cultural: que cultivar alimentos vuelva a sentirse cercano, posible y valioso. Que la comunidad
reconozca que un sistema alimentario más local no solo mejora la dieta, sino que refuerza la capacidad de respuesta
ante tormentas, interrupciones logísticas o crisis de precios.
El rol del retiro: cuando la salud, la alimentación y la comunidad se encuentran
Un elemento único de este proyecto es el puente entre la granja comunitaria y el entorno de retiros de bienestar.
La agricultura local puede alimentar a la comunidad, y al mismo tiempo, convertirse en un espacio educativo y
experiencial: visitas guiadas, talleres, prácticas de cosecha y actividades de bienestar dentro del paisaje agrícola.
Nuestra socia: la Dra. Roni DeLuz
La Dra. Roni DeLuz es doctora naturopática licenciada y practicante certificada de salud holística,
fundadora de Martha’s Vineyard Retreat y HEALED Therapy Spa. Es autora de libros
reconocidos, incluyendo “21 Pounds in 21 Days” y “1 Pound a Day”. Su enfoque busca
integrar hábitos, alimentación y bienestar como parte de una vida más plena.
En esta colaboración, su participación aporta alcance, visibilidad y un componente educativo: si la isla puede ser un
lugar de descanso y renovación, también puede ser un lugar donde la comunidad construye salud desde lo básico:
alimentos frescos, locales y accesibles.
Nota: Los contenidos y actividades de bienestar asociados a este proyecto son educativos y comunitarios.
No sustituyen atención médica, diagnóstico o tratamiento.
Objetivos del proyecto: tierra, producción, empleo y reinversión
El plan central es adquirir un terreno que ya ha sido evaluado para establecer una granja enfocada en la comunidad.
La operación se diseña con una lógica simple: alimentar, sostener y crecer.
1) Abastecer a la comunidad
Una parte del cultivo se donará a programas locales (por ejemplo, despensas y organizaciones comunitarias). La meta es
que las frutas y verduras frescas no sean un lujo, sino una opción disponible para más hogares.
2) Integrar ventas locales responsables
Otra parte se venderá a canales que mantengan el valor en la isla: el retiro, restaurantes, tiendas, mercados de fin
de semana y alianzas con negocios locales. Estas ventas permiten pagar costos operativos, sostener empleo y financiar
mejoras continuas.
3) Crear “valor agregado” para la temporada turística
Además de productos frescos, trabajaremos para desarrollar artículos elaborados que ayuden a sostener el proyecto:
mermeladas, jaleas, salsas, mezclas de especias, hierbas secas, y otros productos de bienestar y hogar
que puedan venderse durante la temporada alta en tiendas locales, posadas, hoteles y B&B.
4) Empleo local y economía resiliente
Un objetivo clave es generar ingresos para residentes, incluyendo empleo agrícola, manejo postcosecha,
empaque, producción de valor agregado y coordinación de voluntariado. Esto importa especialmente en los “meses lentos”,
cuando la actividad turística baja y los trabajos temporales desaparecen.
Producción inteligente: más cosecha, menos impacto
La granja se diseñará para producir de forma eficiente y sustentable. En términos prácticos, esto incluye:
• Manejo eficiente del agua: riego dirigido, acolchado, protección contra viento y calor.
• Suelo vivo: compost, cobertura orgánica, rotación, reducción de erosión.
• Menos escorrentía: menos fertilizante significa menos contaminación hacia arroyos y el océano.
• Sistemas replicables: modelos que puedan instalarse en hogares, escuelas y jardines comunitarios.
Este enfoque no solo busca producir; busca producir de una forma que cuide el entorno costero de la isla y fortalezca
la autonomía de la comunidad.
Participación comunitaria: educación, eventos y experiencias
Un proyecto alimentario que realmente cambia una comunidad no ocurre “a puerta cerrada”. Por eso, esta iniciativa
incluye un programa activo de participación:
Programas previstos
• Educación: visitas para estudiantes, talleres de cultivo, nutrición práctica y aprendizaje en campo.
• Recaudación de fondos: eventos orientados a residentes de verano, visitantes y aliados filantrópicos.
• Experiencias farm-to-table: cenas y encuentros con chefs (locales e invitados) para visibilizar la causa.
• Bienestar en la granja: yoga, respiración, caminatas conscientes, voluntariado de cosecha y siembra.
El objetivo es crear un “círculo virtuoso”: más participación genera más recursos; más recursos generan más producción;
más producción genera más acceso y más salud comunitaria.
Cómo apoyar hoy
Tu apoyo acelera la compra de tierra, la instalación de infraestructura y el inicio de producción. Si te importa la
seguridad alimentaria, la resiliencia isleña y un modelo replicable de agricultura local, puedes sumarte ahora:
También puedes colaborar de otras maneras: patrocinio corporativo, donación mayor, aportes en especie, o alianzas con
restaurantes, mercados y organizaciones comunitarias.
Un futuro posible: una isla que se alimenta mejor
Martha’s Vineyard puede ser un ejemplo de cómo un destino turístico también puede ser una comunidad resiliente.
Con una granja comunitaria eficiente, empleo local, educación práctica y un puente con programas de bienestar,
podemos avanzar hacia un modelo donde cada residente tenga más acceso a alimentos frescos y donde la isla
dependa menos de lo que llega en barco.
Cuando cultivamos aquí, no solo cultivamos alimentos: cultivamos estabilidad, dignidad y futuro. Gracias por ser parte
de esta misión.