De paraíso a supervivencia: la ruta de Madagascar hacia la sequía y el hambre
Madagascar es una isla que el mundo asocia con selvas, lémures y una biodiversidad que no existe en ningún otro lugar.
Sin embargo, en el sur del país, esa imagen de abundancia natural convive con una realidad dura: temporadas cada vez más
largas sin lluvia, suelos agotados, cosechas que no cuajan y familias que hacen malabares para conseguir lo básico.
Cuando la lluvia falla de forma repetida, el hambre no llega como un evento aislado; llega como un proceso: primero
disminuye la producción, luego se venden animales o herramientas, después se reduce el número de comidas, y finalmente
se normaliza la desnutrición como si fuera parte de la vida.
Este artículo recorre, en español y con un enfoque práctico, cómo Madagascar pasa de la sequía a la inseguridad
alimentaria, qué zonas suelen resultar más afectadas, por qué la agricultura de secano se vuelve tan frágil cuando el
clima cambia, y qué tipo de soluciones pueden romper el ciclo. También explicamos el papel de organizaciones
humanitarias y la importancia de iniciativas como
Growing To Give,
que promueven agricultura “water-smart” (inteligente en el uso del agua) para aumentar cosechas con menos recursos.
¿Cómo se llega de la sequía a la hambruna?
El camino suele empezar con un cambio gradual: las lluvias, que antes eran relativamente predecibles, se vuelven
irregulares. Puede llover tarde, llover poco o llover de golpe en tormentas intensas que escurre el agua sin recargar
el suelo. A este patrón se suman factores estructurales: deforestación, pérdida de cobertura vegetal, erosión, pobreza
crónica y acceso limitado a riego, almacenamiento, carreteras o mercados. Cuando el sistema ya está al límite, un
evento climático (por ejemplo, años influenciados por El Niño) puede acelerar la crisis.
En muchas zonas rurales del sur malgache, la agricultura depende casi totalmente de la lluvia. Si la temporada falla,
la producción cae y el ingreso desaparece al mismo tiempo. Entonces se vende ganado, se retiran niños de la escuela
para ayudar, se migra en busca de trabajo temporal o se recurre a alimentos menos nutritivos y más baratos cuando
existen. El resultado es una espiral: menos nutrición → menos salud → menos capacidad de trabajo → menos producción.
Además, el impacto no es solo agrícola. La sequía reduce el agua para consumo humano, debilita el saneamiento,
aumenta enfermedades asociadas a la falta de agua segura y tensiona la vida comunitaria. Las familias no solo “pierden
una cosecha”; pierden estabilidad.
El clima cambiante y las lluvias que ya no “se portan como antes”
Una de las señales más repetidas en testimonios rurales es la sensación de que “el calendario dejó de funcionar”.
Lo que antes se sembraba en una fecha, hoy requiere esperar y adivinar. Siembra demasiado temprano: la semilla no
germina por falta de humedad. Siembra demasiado tarde: el ciclo de crecimiento no alcanza antes de que llegue el
calor extremo o se termine la poca humedad disponible.
Si quieres profundizar en cómo cambian las lluvias y por qué esto golpea tanto a la agricultura familiar, puedes leer:
cambios en los patrones de precipitación
.
La idea clave es que el problema no es solo “menos lluvia”, sino “lluvia menos útil”: menos infiltración, más escorrentía,
más evaporación, y más incertidumbre para decidir cuándo plantar.
Impacto directo en la producción agrícola y en la seguridad alimentaria
Cuando el agua falla, los cultivos básicos se vuelven extremadamente vulnerables. En el sur, cosechas como el arroz,
el maíz y la yuca (cassava) pueden sufrir pérdidas severas si no hay humedad sostenida. El maíz, por ejemplo, depende
mucho de la disponibilidad de agua en etapas críticas; una semana de estrés hídrico en el momento equivocado puede
reducir el rendimiento de forma drástica. (Si trabajas con maíz a nivel agronómico, aquí tienes un recurso útil:
guía sobre plantas de maíz.)
El segundo golpe llega por el lado del precio. Cuando la oferta local cae, el mercado se llena de importaciones o de
producto de otras regiones, pero a un costo más alto. Para hogares que ya gastan gran parte de su ingreso en alimentos,
esa subida significa menos cantidad y peor calidad nutricional. La desnutrición infantil y el riesgo para mujeres
embarazadas suelen aumentar porque el hogar prioriza “llenar” antes que “nutrir”.
¿Qué zonas suelen estar más afectadas?
Aunque Madagascar enfrenta desafíos en diversas regiones, el sur aparece repetidamente como epicentro de sequías
prolongadas y crisis alimentarias. Distritos como Ambovombe, Tsihombe y Beloha han sido citados en evaluaciones
humanitarias como áreas de crisis severa, y en algunos periodos se han clasificado en niveles altos de la escala
IPC (Integrated Food Security Phase Classification).
La IPC es un marco que ayuda a describir la gravedad de la inseguridad alimentaria. En términos simples:
niveles más altos implican necesidades más urgentes, mayores brechas de consumo y estrategias de supervivencia más
dañinas (como vender herramientas esenciales o reducir drásticamente comidas). Cuando un área se mueve hacia
“emergencia”, la prioridad ya no es solo “mejorar” el sistema, sino “evitar daños irreversibles”.
En estas regiones, además, el ecosistema es frágil: suelos sensibles a la erosión, vegetación degradada y disponibilidad
limitada de agua superficial. La presión sobre el medio ambiente (por necesidad de leña, expansión de áreas de cultivo,
sobrepastoreo) acelera la degradación. Eso significa que la sequía golpea más fuerte porque el suelo ya no retiene agua.
Deforestación y degradación: cuando el paisaje deja de “guardar agua”
La deforestación no es solo un tema ambiental; es un tema de supervivencia. Sin árboles y sin cobertura vegetal, el sol
y el viento “se comen” la humedad del suelo. La lluvia, cuando llega, golpea la tierra desnuda, arrastra la capa fértil y
se va pendiente abajo como escorrentía. Con el tiempo, el suelo se vuelve compacto, con menos materia orgánica y menos
vida microbiana. Es decir: menos capacidad de infiltrar y almacenar agua.
En el largo plazo, la recuperación del paisaje es parte de la solución alimentaria. Restaurar cobertura y sistemas de
agroforestería, reintroducir árboles útiles, y proteger cuencas y microcuencas ayuda a que cada milímetro de lluvia se
aproveche mejor. Si te interesa el vínculo entre reforestación, resiliencia y diseño en espiral, puedes explorar:
Spiral Forest.
El rol de las organizaciones internacionales: respuesta inmediata + resiliencia
En crisis prolongadas, se necesitan dos vías al mismo tiempo. La primera es la respuesta inmediata: alimentos de
emergencia, apoyo nutricional, agua segura y protección de medios de vida (por ejemplo, evitar que familias vendan sus
últimos animales). La segunda es la resiliencia: reconstruir la capacidad productiva local para que la comunidad no
dependa indefinidamente de ayuda externa.
Agencias internacionales (como programas de alimentación y organismos de agricultura) suelen trabajar con el gobierno y
socios locales para combinar ambas vías: asistencia alimentaria cuando la gente no puede esperar, y apoyo agrícola para
la siguiente temporada: semillas adaptadas, herramientas, capacitación y, donde sea posible, soluciones de agua.
Enfoque práctico: “water-smart” no es un lujo, es una necesidad
Si el agua es el cuello de botella, la estrategia debe girar alrededor de captarla, guardarla en el suelo y usarla con
máxima eficiencia en la zona radicular. Ahí entra el enfoque de tecnologías agrícolas inteligentes en agua: producir más
con menos agua, menos fertilizante y menos dependencia de insumos caros.
Growing To Give trabaja con sistemas y capacitación orientados a ese objetivo: métodos de cultivo que mejoran el suelo,
reducen evaporación, y multiplican la producción en espacios pequeños. El principio es sencillo: si una comunidad puede
sostener huertos y microgranjas con menos agua, puede asegurar alimentos frescos incluso cuando el clima se vuelve
impredecible.
Para conocer tecnologías “water-smart” aplicadas a huertos y producción intensiva, puedes visitar:
Crop Circle Farms.
También puedes ver el enfoque comunitario de granjas y jardines en:
community farms & gardens
.
Soluciones que sí funcionan cuando el agua falta
No existe una “bala de plata”, pero sí un conjunto de prácticas que, combinadas, cambian la historia. Estas soluciones
son especialmente relevantes para comunidades rurales del sur malgache:
• Captación de lluvia en el terreno: microcuencas, zanjas de infiltración y pequeñas depresiones
que frenan la escorrentía y permiten que el agua entre en el suelo en vez de perderse.
• Acolchado (mulch) y cobertura: cubrir el suelo con material orgánico reduce evaporación,
modera temperatura y alimenta la vida del suelo.
• Materia orgánica y compost: el suelo con más carbono funciona como esponja, guarda más agua y
entrega nutrientes lentamente.
• Cultivos adaptados y diversificación: combinar especies resistentes al calor y a la sequía con
hortalizas de ciclo corto; diversificar reduce el riesgo de perderlo todo.
• Riego preciso donde sea posible: riego localizado y por goteo bien diseñado, priorizando la zona
de raíces y evitando pérdidas por evaporación.
• Almacenamiento y poscosecha: cuando una cosecha sale bien, conservarla y procesarla reduce la
vulnerabilidad de la “temporada mala”.
Más allá del campo: mercados, infraestructura y estabilidad
Incluso si una comunidad mejora su producción, necesita rutas para vender excedentes o intercambiar productos. Sin acceso
a mercados, el incentivo para invertir en agricultura cae. Por eso, una estrategia completa incluye:
puntos de venta local, acuerdos con escuelas o centros comunitarios, y sistemas simples de logística y almacenamiento.
También es crucial invertir en formación. La tecnología sin conocimiento no se sostiene. Y el conocimiento sin comunidad
se dispersa. Los programas que forman “guardianes del huerto”, promotores agrícolas locales o grupos de jóvenes
agricultores crean continuidad.
Growing To Give en Madagascar: de la ayuda a la autosuficiencia
El objetivo final no es “hacer llegar comida” para siempre, sino ayudar a que la comunidad produzca alimentos de forma
estable, nutritiva y adaptada al clima. Por eso el trabajo de organizaciones como Growing To Give se centra en:
entrenamiento, implementación de sistemas eficientes, diseño de huertos comunitarios, y creación de modelos que
permitan reinvertir (por ejemplo, venta de excedentes o productos de valor agregado) para financiar semillas y
mantenimiento.
Cuando se rompe el ciclo de “cosecha mala → endeudamiento → hambre”, aparecen nuevas opciones: educación continua,
trabajo local, salud mejorada y menor migración forzada. La agricultura se convierte en una plataforma de dignidad,
no solo en supervivencia.
Señales de esperanza: lo que sí puede cambiar la trayectoria
Aunque el problema es profundo, hay razones para el optimismo realista. En distintas regiones del mundo, prácticas
simples de captación de agua y restauración del suelo han devuelto productividad a tierras degradadas. Madagascar puede
construir resiliencia si combina:
• Respuesta humanitaria inteligente (para que nadie caiga en daños irreversibles),
• Restauración del paisaje (para que el suelo vuelva a guardar agua),
• Agricultura “water-smart” (para producir más con menos),
• Redes comunitarias (para sostener el aprendizaje, la distribución y el cuidado del sistema).
¿Cómo ayudar de forma significativa?
Si quieres apoyar iniciativas que pasan de la emergencia a la resiliencia, estas son formas concretas de involucrarte:
• Donar para materiales de huertos, semillas, herramientas y capacitación.
• Conectar aliados (fundaciones, empresas, escuelas) con proyectos verificables y medibles.
• Patrocinar sistemas de agricultura eficiente en agua para comunidades vulnerables.
• Difundir información: el hambre prolongada suele ser una crisis silenciosa.
Madagascar sigue siendo una tierra extraordinaria. La meta no es volver a una postal turística, sino garantizar que sus
comunidades puedan comer bien, vivir con salud y adaptarse a un clima cambiante. La sequía puede ser un punto de
quiebre… o puede ser el impulso para rediseñar la agricultura, el suelo y la economía local con resiliencia.
Preguntas frecuentes
¿Por qué el sur de Madagascar es tan vulnerable a la sequía?
Por la combinación de clima semiárido, alta dependencia de la lluvia, suelos degradados en algunas zonas y limitaciones
de infraestructura (agua, almacenamiento, mercados). Cuando fallan varias temporadas seguidas, el margen de maniobra
se vuelve mínimo.
¿Qué significa que un distrito esté clasificado en IPC Fase 4?
Es una forma de describir una crisis alimentaria severa con brechas importantes de consumo y estrategias de
supervivencia de alto riesgo. Implica urgencia para actuar con asistencia y recuperación.
¿Cuál es la medida más efectiva para mejorar cosechas con poca agua?
Normalmente no es una sola medida, sino una combinación: captación e infiltración de lluvia + mejora del suelo
(materia orgánica) + reducción de evaporación (mulch) + riego preciso donde exista agua disponible.
¿Qué puede hacer una comunidad si no tiene acceso a riego?
Puede trabajar en “agua en el suelo”: microcuencas, depresiones, zanjas de infiltración, acolchado, cultivos más
resistentes y diversificación. Estas prácticas aumentan la humedad útil sin depender de infraestructura compleja.
¿Cómo ayuda Growing To Give específicamente?
Con capacitación y modelos de agricultura eficiente en agua, diseño de huertos comunitarios y sistemas que buscan
elevar producción por metro cuadrado con menor consumo de agua y fertilizantes, fortaleciendo la autosuficiencia.